Los neurocientíficos que estudian
el autismo han tratado de definir los circuitos cerebrales subyacentes,
para permitir un diagnóstico más preciso y desarrollar protocolos para probar
la efectividad de las intervenciones terapéuticas. Un estudio, del
Scripps Research encontró dos circuitos específicos capaces de
controlar independientemente las preferencias sociales en ratones. Ambos
vinculan las áreas de pensamiento de nivel superior y la toma de decisiones en
la corteza prefrontal con la amígdala que es el centro de regulación emocional
del cerebro.
El grupo descubrió que el
circuito neural que conecta la corteza infralímbica del ratón con la amígdala
basolateral altera el comportamiento social si su actividad se
reduce. El otro circuito clave conecta la corteza preliminar con la
amígdala basolateral. Marcar la actividad de ese circuito produjo un
comportamiento social igualmente deteriorado..
Utilizando optogenética en
ratones, controlaron las neuronas que estaban activas durante las experiencias
negativas en el momento preciso del compromiso social. Esta manipulación del
circuito resultó en que evitaran la interacción social. Con este circuito de
preferencia social ahora identificado, se pueden abordar ahora, cómo se conecta
este circuito durante el desarrollo y si los factores de riesgo genéticos o
ambientales para el autismo causan un cableado incorrecto de este circuito.
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