Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Toronto ha demostrado que las células inmunitarias del intestino siguen una vía atípica para producir anticuerpos que proporcionan protección a largo plazo contra los virus.
Los hallazgos, publicados hoy en la revista Cell , podrían ayudar a orientar el desarrollo de mejores vacunas contra virus respiratorios como la influenza, el SARS-CoV-2 y la gripe aviar. Si bien las vacunas contra la COVID-19 y la gripe reducen el riesgo de complicaciones graves, son menos eficaces para prevenir la infección en su fase inicial. Para proteger contra la infección, una vacuna debe activar una fuerte respuesta inmunitaria en los puntos de entrada habituales del virus: la nariz, la boca y las vías respiratorias. Esta inmunidad, denominada inmunidad de las mucosas, depende de un anticuerpo llamado IgA, que se concentra en las membranas mucosas que recubren las vías respiratorias y digestivas y se secreta a través de fluidos corporales como la saliva y las lágrimas.
Uno de los mayores desafíos en el desarrollo de una vacuna mucosa ha sido descubrir cómo crear una respuesta de IgA duradera. investigaciones anteriores, han demostrado que, si bien las infecciones naturales con virus como el SARS-CoV-2 generan una respuesta inmune local, esas respuestas desaparecen rápidamente. Los investigadores también sabían que era posible una respuesta de IgA duradera inducida por la vacuna.
Para probar su hipótesis, el equipo de investigación, recurrió a un modelo de ratón con infección por rotavirus con el objetivo de comprender mejor cómo se generan las respuestas inmunes de IgA específicas del virus.
Descubrieron que, si bien la respuesta de IgA intestinal depende de la comunicación entre dos tipos de células inmunitarias, las células T y las células B, omite un paso clave en el que partes del virus se presentan primero a las células T, lo que permite una respuesta de anticuerpos IgA más rápida. Además, la IgA producida en respuesta al virus fue protectora y persistió durante al menos 200 días después de la infección inicial.
Se cree que el entorno intestinal podría tener características únicas por ejemplo, su anatomía y su rica microbiota que le permiten generar una respuesta inmunitaria tan duradera y eficaz. Estos hallazgos respaldan el potencial de la vacunación oral como estrategia para proteger contra los virus respiratorios, pero existen importantes obstáculos para crear una vacuna oral.
Partiendo de este trabajo, planean continuar con el desarrollo de una vacuna oral contra la influenza aviar altamente patógena, o gripe aviar, también están explorando un enfoque complementario que utiliza el microbioma para hacer que las vacunas actuales contra la gripe y la COVID-19 que se administran mediante inyección sean más amigables con las mucosas y, con suerte, generen una respuesta de IgA más fuerte.


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