El sistema de defensa de nuestro cuerpo no solo elimina bacterias y virus, sino que también puede combatir el cáncer. Sin embargo, no todas las células tumorales son fácilmente reconocibles por el sistema inmunitario. Además, cambian constantemente y se camuflan para evadir el sistema de defensa.
Para tratar las enfermedades tumorales de forma más eficaz, la investigación médica se centra en las llamadas vacunas terapéuticas contra el cáncer. En esta forma de inmunoterapia, se vacuna a personas que ya padecen cáncer. Funciona de forma similar a las vacunas contra patógenos y enseña al sistema inmunitario a reconocer las células tumorales mediante ciertas características típicas (conocidas como antígenos tumorales) y a eliminarlas.
Un enfoque consiste en extraer células inmunitarias altamente especializadas de pacientes con cáncer y cargarlas con antígenos tumorales fuera del cuerpo. Tras inyectarse de nuevo en el cuerpo, estas células dendríticas pueden desencadenar y regular respuestas inmunitarias específicas para cada antígeno.
En otro enfoque, la vacuna , basada en proteínas o péptidos, contiene únicamente la proteína del antígeno tumoral o al menos partes de ella. Este método sintético es más rápido, económico y menos complejo. El problema con ambos métodos es que la respuesta inmunitaria que se desencadena suele ser bastante débil y la vacunación debe repetirse con frecuencia para activar las células inmunitarias.
Un equipo de investigación del Departamento de Gastroenterología, Hepatología, Enfermedades Infecciosas y Endocrinología de la Facultad de Medicina de Hannover (MHH) ha desarrollado una nueva vacuna peptídica liposomal de dos fases. Con esta inmunoterapia terapéutica, bastan dos inyecciones subcutáneas para movilizar eficazmente el sistema inmunitario contra el tumor en tan solo 14 días. Los investigadores llevan 15 años trabajando para mejorar las vacunas contra el cáncer. Estas células forman parte del sistema inmunitario innato y analizan constantemente nuestro cuerpo en busca de virus, bacterias y células tumorales. Si reconocen estructuras como extrañas o diferentes, las absorben total o parcialmente, comiéndoselas, por así decirlo.
Como células presentadoras de antígenos , son capaces de descomponer los componentes celulares extraños en fragmentos más pequeños y luego presentarlos como péptidos en su propia superficie celular. Estas miniproteínas enseñan a los linfocitos T específicos de nuestro sistema inmunitario adquirido cómo reconocer las estructuras extrañas, activando así la respuesta inmunitaria específica. Para lograrlo de la forma más rápida y eficaz posible, los investigadores optaron por un esquema de vacunación en dos fases: una vacunación básica seguida de una de refuerzo. En estas vacunas heterólogas de inducción y refuerzo, los mismos antígenos se inyectan dos veces en el organismo con diferentes composiciones.
En este caso, un solo péptido antigénico producido específicamente por las células tumorales fue suficiente para activar las células dendríticas directamente en el organismo. Sin embargo, dado que el péptido por sí solo no desencadena una respuesta inmunitaria lo suficientemente fuerte, los investigadores añadieron un agonista en ambas fases de vacunación para activar aún más las células inmunitarias del organismo.
La vacunación se probó en un modelo murino de cáncer de colon. El efecto sorprendió incluso a los investigadores. Tras solo dos vacunaciones, lograron una respuesta inmunitaria extremadamente fuerte que provocó la regresión completa del tumor. Los experimentos no solo demuestran que los liposomas pueden utilizarse como transportadores de péptidos sin problemas, sino que también confirman la extraordinaria mejora de la respuesta de las células T mediante la estimulación de anticuerpos en el régimen de vacunación heteróloga.
La rápida producción de las vacunas y el efecto antitumoral temprano suponen una gran ventaja temporal y, por tanto, también una ventaja de supervivencia para las personas con cáncer. Otra ventaja del esquema de vacunación es que es universal: los bloques peptídicos se pueden intercambiar como en un kit de construcción y adaptar a las necesidades respectivas. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer antes de que la vacuna se convierta en parte de la atención estándar. El siguiente paso serían los ensayos clínicos para demostrar su eficacia y seguridad en humanos.
El trabajo fue ha publicado en la revista Cellular & Molecular Immunology
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