Un estudio del Instituto MIND de UC Davis, publicado en Molecular Psychiatry, se centró específicamente en el trastorno del espectro autista relacionado con autoanticuerpos maternos (TEA MAR), una afección que representa alrededor del 20% de todos los casos de autismo.
Los autoanticuerpos son proteínas inmunes que atacan los
propios tejidos de una persona, los autoanticuerpos de una madre embarazada
pueden reaccionar con el cerebro de su feto en crecimiento y alterar su
desarrollo. El aprendizaje automático identifica patrones que indican la
probabilidad y la gravedad del autismo
El equipo obtuvo muestras de plasma de 450 madres de niños
con autismo y 342 madres de niños con desarrollo típico, para detectar
reactividad a ocho proteínas diferentes que abundan en el cerebro fetal. Luego
utilizaron un algoritmo de aprendizaje automático para determinar qué patrones
de autoanticuerpos estaban específicamente asociados con un diagnóstico de TEA.
Los investigadores crearon y validaron una prueba para identificar patrones de
reactividad de autoanticuerpos maternos específicos de TEA contra ocho
proteínas altamente expresadas en el cerebro en desarrollo.
El programa de aprendizaje automático procesó
aproximadamente 10,000 patrones e identificó tres patrones principales
asociados con MAR ASD: CRMP1 + GDA, CRMP1 + CRMP2 y NSE + STIP1.
Por ejemplo, si la madre tiene autoanticuerpos contra CRIMP1
y GDA (el patrón más común), sus probabilidades de tener un hijo con autismo
son 31 veces mayores que las de la población general, según este conjunto de
datos actual. Los investigadores también encontraron que la reactividad a CRMP1
en cualquiera de los patrones principales aumenta significativamente las
probabilidades de que un niño tenga un autismo más severo.
Con estos biomarcadores maternos, existen posibilidades de un diagnóstico muy temprano del autismo y una intervención conductual más eficaz. El estudio abre la puerta a más investigaciones sobre posibles pruebas previas a la concepción, particularmente útiles para mujeres de alto riesgo mayores de 35 años o que ya han procreado un niño con autismo.
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