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13 noviembre 2025

Prueban nuevos enfoques para tratar las enfermedades autoinmunes.


Cuando las células inmunitarias del cuerpo atacan en lugar de proteger, los tratamientos actuales solo reducen el daño colateral, pero no solucionan la causa. Los pacientes se enfrentan a una vida de costosos medicamentos, inyecciones o infusiones con graves efectos secundarios, y con demasiada frecuencia, estos fármacos no son suficientes para controlar la enfermedad.

Investigadores están alterando los sistemas inmunitarios disfuncionales, no solo suprimiéndolos, de diversas maneras que pretenden ser más potentes y precisas que las terapias actuales. Son tratamientos altamente experimentales y, debido a sus posibles efectos secundarios, hasta ahora se han limitado principalmente a pacientes que han agotado las opciones de tratamiento actuales. 

Algunos estudios realizados en ratones en Estados Unidos sugirieron que la terapia CAR-T podría ser útil para estas enfermedades. Posteriormente, en Alemania, el Dr. Georg Schett, de la Universidad de Erlangen-Núremberg, la probó con una joven gravemente enferma que no había respondido a otros tratamientos para el lupus. Tras una sola infusión, se encuentra en remisión sin necesidad de otros medicamentos desde marzo de 2021. El doctor en una reunión del Colegio Americano de Reumatología explico cómo su equipo había tratado gradualmente a varias docenas de pacientes más, con enfermedades adicionales como miositis y esclerodermia, y hasta el momento se han producido pocas recaídas.

Cómo funciona: Las células T, células inmunitarias que actúan como soldados, se extraen de la sangre del paciente y se envían a un laboratorio, donde se programan para destruir las células B. Tras un tratamiento de quimioterapia para eliminar las células inmunitarias restantes, se reinfunden al paciente millones de copias de estas células modificadas genéticamente. Si bien los fármacos para enfermedades autoinmunes pueden atacar ciertas células B, los expertos afirman que no pueden eliminar las que se encuentran ocultas en lo profundo del cuerpo. La terapia CAR-T ataca tanto las células B problemáticas como las sanas que podrían descontrolarse. Se plantea la hipótesis de que la eliminación profunda de estas células B reinicia el sistema inmunitario, de modo que cuando se forman nuevas células B, estas son sanas.

La terapia CAR-T es ardua, prolongada y costosa, en parte porque es personalizada. Un tratamiento oncológico con CAR-T puede costar 500 000 dólares. Actualmente, algunas empresas están probando versiones listas para usar, elaboradas con antelación a partir de células de donantes sanos. Otro enfoque utiliza células pacificadoras. Las células T reguladoras son un subgrupo poco común de células T que reducen la inflamación y ayudan a frenar a otras células que atacan erróneamente el tejido sano. Algunas empresas de biotecnología están modificando células de pacientes con artritis reumatoide y otras enfermedades para que, en lugar de atacar como lo hace la terapia CAR-T, calmen las reacciones autoinmunes.

Los científicos también están reutilizando fármacos llamados activadores de células T, que no requieren ingeniería genética. Estos anticuerpos creados en laboratorio actúan como un intermediario. Redirige las células T existentes del cuerpo para que ataquen a las células B productoras de anticuerpos, explicó el Dr. Ricardo Grieshaber-Bouyer, del Instituto de Investigación de Erlangen, Este informó sobre la administración de un tratamiento con uno de estos fármacos, teclistamab, a 10 pacientes con diversas enfermedades, entre ellas el síndrome de Sjögren, miositis y esclerosis sistémica. Todos, excepto uno, mejoraron significativamente y seis alcanzaron la remisión sin necesidad de medicación. En lugar de aniquilar grandes sectores del sistema inmunológico, Konig, de Hopkins, pretende ser más preciso y atacar "solo a esa pequeña población de células rebeldes que realmente causan el daño. Según Konig, las células B poseen identificadores, como códigos de barras biológicos, que indican que pueden producir anticuerpos defectuosos. Los investigadores de su laboratorio están intentando diseñar activadores de células T que marquen únicamente las células B defectuosas para su destrucción, dejando las sanas intactas para combatir la infección.

En otro laboratorio cercano de Hopkins, el ingeniero biomédico Jordan Green está diseñando una forma para que el sistema inmunológico se reprograme a sí mismo con la ayuda de instrucciones transmitidas por el ARN mensajero, o ARNm, el código genético utilizado en las vacunas contra la COVID-19. El equipo pretende usar ese ARNm para instruir a ciertas células inmunitarias clave para que frenen las células T dañinas y envíen más células beneficiosas. Encapsulan el ARNm en nanopartículas biodegradables que se pueden inyectar como un medicamento. Cuando las células inmunitarias adecuadas reciban el mensaje, se espera que se multipliquen y generen un gran número de células sanas que ayuden a combatir la enfermedad.

La diabetes tipo 1 se desarrolla gradualmente, y los análisis de sangre pueden detectar a las personas que la están desarrollando. Un tratamiento con el fármaco teplizumab está aprobado para retrasar los primeros síntomas, modulando las células T defectuosas y prolongando la producción de insulina.

Otro equipo estudia la artritis reumatoide y espera encontrar una forma similar de bloquear esta enfermedad que destruye las articulaciones. Aproximadamente el 30% de las personas con un determinado anticuerpo autorreactivo en la sangre desarrollarán artritis reumatoide (AR). Un nuevo estudio realizó un seguimiento a algunas de estas personas durante siete años, registrando los cambios inmunológicos que conducen a la enfermedad mucho antes de que las articulaciones se inflamen o duelan. Esos cambios representan posibles dianas farmacológicas. Mientras los investigadores buscan posibles compuestos para probar, otro estudio llamado StopRA: National, cuyo objetivo es encontrar a más personas en riesgo y aprender de ellas. En todos estos aspectos, queda muchísima investigación por hacer, y no hay garantías. Existen dudas sobre la seguridad de la terapia CAR-T y la duración de sus efectos, pero es la que se encuentra en la fase más avanzada de ensayos clínicos.

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