La cafeína no sólo se encuentra en el café, sino también en el té, el chocolate, las bebidas energéticas y refrescos, lo que la convierte en una de las drogas psicoactivas más consumidas en el mundo.
En un estudio publicado en la revista Communications Biology,
un equipo de investigadores de la Universidad de Montreal arrojó nueva luz
sobre cómo la cafeína puede modificar el sueño y afectar el cerebro (tanto
física como cognitiva) durante la noche.
La investigación fue dirigida por el Laboratorio de
Neurociencia Cognitiva y Computacional y el Instituto de IA Mila-Quebec, en
colaboración con el Centro de Investigación Avanzada en Medicina del Sueño de
la UdeM, los científicos utilizaron inteligencia artificial y
electroencefalografía (EEG) para estudiar el efecto de la cafeína. Demostraron
por primera vez que la cafeína aumenta la complejidad de las señales cerebrales
y aumenta la criticidad cerebral durante el sueño. Curiosamente, esto fue más pronunciado
en adultos jóvenes. La cafeína estimula el cerebro y lo lleva a un estado de
criticidad, donde está más despierto, alerta y reactivo. Si bien esto es útil
durante el día para la concentración, este estado podría interferir con el
descanso nocturno; el cerebro no se relaja ni se recupera adecuadamente.
Para estudiar cómo la cafeína afecta al cerebro el equipo registró
la actividad cerebral nocturna de 40 adultos sanos mediante un
electroencefalograma. Compararon la actividad cerebral de cada participante en
dos noches distintas: una cuando consumieron cápsulas de cafeína tres horas y
otra una hora antes de acostarse, y otra cuando tomaron un placebo a la misma
hora.
Los resultados mostraron que la cafeína aumentó la
complejidad de las señales cerebrales, lo que refleja una actividad neuronal
más dinámica y menos predecible, especialmente durante la fase del sueño sin movimientos
oculares rápidos (NREM), crucial para la consolidación de la memoria y la
recuperación cognitiva, también descubrieron cambios sorprendentes en los
ritmos eléctricos del cerebro durante el sueño: la cafeína atenuó las oscilaciones
más lentas, como las ondas theta y alfa (generalmente asociadas con un sueño
profundo y reparador), y estimuló la actividad de las ondas beta, que es más
común durante la vigilia y la actividad mental. Estos cambios sugieren que,
incluso durante el sueño, el cerebro permanece en un estado más activo y menos
restaurador bajo la influencia de la cafeína. Este cambio en la actividad
rítmica del cerebro podría ayudar a explicar por qué la cafeína afecta la
eficiencia con la que el cerebro se recupera durante la noche, con posibles
consecuencias fatales para el procesamiento de la memoria.
El estudio también mostró que los efectos de la cafeína sobre la dinámica cerebral fueron significativamente más pronunciados en los adultos jóvenes de entre 20 y 27 años en comparación con los participantes de mediana edad de entre 41 y 58 años, especialmente durante el sueño REM, la fase asociada con los sueños.
Los adultos jóvenes mostraron una mayor respuesta a la cafeína, probablemente debido a una mayor densidad de receptores de adenosina en el cerebro. La adenosina es una molécula que se acumula gradualmente en el cerebro a lo largo del día, causando sensación de fatiga. Los receptores de adenosina disminuyen naturalmente con la edad, lo que reduce la capacidad de la cafeína para bloquearlos y mejorar la complejidad cerebral, lo que puede explicar en parte el efecto reducido de la cafeína observado en los participantes de mediana edad.
Estas diferencias relacionadas con la edad sugieren que los
cerebros más jóvenes podrían ser más susceptibles a los efectos estimulantes de
la cafeína. Dado el uso generalizado de la cafeína en todo el mundo,
especialmente como remedio diario para la fatiga, los investigadores enfatizan
la importancia de comprender sus complejos efectos sobre la actividad cerebral
en diferentes grupos de edad y condiciones de salud.
Se necesita más investigación para aclarar cómo estos cambios neuronales afectan la salud cognitiva y el funcionamiento diario, y para orientar potencialmente las recomendaciones personalizadas sobre la ingesta de cafeína.
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