El tracto digestivo contiene aproximadamente 1,5 kilogramos de bacterias. Este microbioma intestinal ha cobrado mayor relevancia en los últimos años a medida que se descubre que su función va mucho más allá de la digestión: estas bacterias pueden influir en nuestro sistema inmunitario, metabolismo e incluso en la salud mental. Sin embargo, aún queda mucho por aprender sobre su funcionamiento.
El microbioma intestinal está compuesto por alrededor de
1000 cepas bacterianas y es el microbioma más denso y diverso de nuestro
cuerpo. Estas bacterias desempeñan funciones específicas en función de su
metabolismo. Además de ayudarnos a digerir la fibra, también producen
vitaminas, entrenan nuestro sistema inmunológico, protegen nuestros intestinos,
regulan nuestro peso y metabolismo, y nos mantienen en buena salud mental.
Ahora se ha descubierto que un número cada vez mayor de
enfermedades aparentemente no relacionadas con nuestro intestino (como las
alergias, la obesidad, el autismo y los trastornos autoinmunes) están
influenciadas por el microbioma.
Este microbioma comienza a formarse al nacer durante el
parto vaginal , los bebés adquieren sus primeras bacterias de la flora vaginal
de su madre y, posteriormente, adquieren más bacterias de la flora cutánea
materna durante la lactancia.Los bebés nacidos por cesárea o que no reciben
lactancia materna presentan una menor diversidad en su microbioma intestinal,
lo que aumenta el riesgo de ciertas enfermedades.
El microbioma intestinal está completamente formado a los
tres años. Posteriormente, cambia a lo largo de nuestra vida como resultado de
la dieta, el ejercicio, el estrés y las enfermedades, por no mencionar los
antibióticos que tomamos, que reducen la diversidad bacteriana en nuestros
intestinos.
Los cambios en nuestra flora intestinal podrían provocar
enfermedades como alergias, trastornos autoinmunes y digestivos, como la
enfermedad de Crohn y el síndrome del intestino irritable. El microbioma
intestinal protege nuestro intestino. si este microbioma presenta alguna
deficiencia, esta protección se vuelve menos efectiva, lo que puede provocar
inflamación, la cual a su vez agrava la enfermedad. Es un círculo vicioso que
dificulta el tratamiento.
El microbioma intestinal, también conocido como el
"segundo cerebro" del cuerpo humano, puede afectar afecciones de
salud mental como la ansiedad, la depresión y el trastorno bipolar, así como
enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Algunas de
estas bacterias producen dopamina, serotonina y otros neurotransmisores que
interactúan directamente con el cerebro y el sistema nervioso. Los pacientes
con trastornos de salud mental a menudo también presentan problemas digestivos.
Esto es especialmente cierto en el caso de las personas con trastorno del espectro
autista.
Dada la importancia del microbioma intestinal para nuestra salud física y mental, los científicos están explorando dos métodos para restaurar este microbioma después de una enfermedad: tomar probióticos y someterse a un trasplante de microbiota fecal (TMF).
Se recomienda una dieta rica en alimentos fermentados (yogur, chucrut, kimchi, kombucha y kéfir). Las bacterias beneficiosas de nuestro microbioma también necesitan fibra (presente en frutas, verduras y cereales integrales) para crecer. Sugiere evitar los alimentos procesados y azucarados, que favorecen la proliferación de las bacterias perjudiciales.
Los investigadores están estudiando cómo los antibióticos y
otros medicamentos afectan a las diversas bacterias en nuestros intestinos y
cómo estas bacterias contribuyen a la resistencia a los antibióticos. Esperan
desarrollar tratamientos específicos que eliminen una infección sin dañar el
microbioma completo del paciente. También están examinando la función precisa
de cada tipo de bacteria intestinal.
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