Los científicos han confirmado que los cerebros humanos están programados naturalmente para realizar cálculos avanzados, similares a los ordenadores de alta potencia, mediante un proceso conocido como inferencia bayesiana.
La inferencia bayesiana es un método estadístico que combina conocimientos previos con nueva evidencia para realizar conjeturas inteligentes. Esta capacidad inherente permite a las personas interpretar el entorno con extraordinaria precisión y velocidad, a diferencia de las máquinas que pueden ser fácilmente derrotadas por simples medidas de seguridad.
Los hallazgos del estudio no sólo confirman las teorías existentes sobre el uso de la inferencia bayesiana en el cerebro, sino que también abren las puertas a nuevas investigaciones e innovaciones. Comprender los mecanismos fundamentales que utiliza el cerebro para procesar e interpretar datos sensoriales puede allanar el camino para avances en campos que van desde la inteligencia artificial hasta la neurología clínica.
El estudio arroja luz sobre el misterio de cómo el cerebro calcula las probabilidades. La investigación mostró que la estructura básica y las conexiones dentro del sistema visual del cerebro están configuradas de una manera que permite la inferencia bayesiana. Este descubrimiento confirma que nuestros cerebros tienen un diseño inherente que permite un procesamiento avanzado, lo que nos permite interpretar eficazmente nuestro entorno.
Los hallazgos tienen implicaciones más allá de la percepción visual y pueden impactar campos como la neurociencia, la psicología, la inteligencia artificial y la neurología clínica. Imitar las funciones del cerebro puede revolucionar el aprendizaje automático y, al mismo tiempo, ofrecer nuevas estrategias potenciales para intervenciones terapéuticas en el futuro.
El equipo de investigación registró la actividad cerebral de los voluntarios mientras miraban pasivamente pantallas diseñadas para evocar señales neuronales específicas relacionadas con el procesamiento visual. Luego idearon modelos matemáticos para comparar una serie de hipótesis contrapuestas sobre cómo el cerebro humano percibe la visión.
El artículo se publicó en la revista Nature Communications.
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