La ketamina es un anestésico comúnmente utilizado para la sedación en procedimientos y el alivio del dolor a corto plazo. También se prescribe con frecuencia para el tratamiento de afecciones de dolor crónico, como el dolor nervioso, la fibromialgia y el síndrome de dolor regional complejo. Es uno de varios antagonistas del receptor NMDA, que se cree que reduce el dolor al bloquear ciertos receptores cerebrales involucrados en la señalización del dolor.
Una revisión, realizada por investigadores de la UNSW Sídney, Neuroscience Research Australia (NeuRA) y la Universidad Brunel de Londres, examinó 67 ensayos con más de 2300 participantes adultos. Evaluaron cinco antagonistas del receptor NMDA: ketamina , memantina, dextrometorfano, amantadina y magnesio.
Los resultados, no muestran evidencia clara de un beneficio de la ketamina para el dolor crónico e identifican un mayor riesgo de efectos adversos como delirios, delirio, paranoia, náuseas y vómitos. La certeza de la evidencia se calificó de baja a muy baja debido al pequeño tamaño de los estudios y a la baja calidad metodológica.
Los investigadores analizaron los efectos en diversas afecciones de dolor crónico y estrategias de dosificación, pero no encontraron evidencia clara de beneficio en ninguna afección o dosis específica. Los efectos secundarios fueron una preocupación importante, especialmente con el uso intravenoso.
La revisión tampoco encontró estudios que informaran sobre dos resultados clave: si la ketamina reducía los síntomas depresivos o el consumo de opioides. Esto es notable, ya que la ketamina se suele recomendar para pacientes con síntomas depresivos o tolerancia a los opioides.
Los autores esperan que la revisión ayude a informar a pacientes y profesionales clínicos al evaluar los posibles beneficios y perjuicios, y que oriente la investigación futura. Si bien se necesita más evidencia, esta revisión destaca la importancia de realizar ensayos clínicos de alta calidad para comprender si la ketamina desempeña un papel en el tratamiento del dolor crónico.
A medida que se reduce paulatinamente la prescripción de opioides, aumenta la demanda de alternativas, pero debemos tener cuidado de no apresurarnos a generalizar su uso sin pruebas sólidas.
El estudio se encuentra en la Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas.
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