El estrés cotidiano, la soledad y los sentimientos de exclusión o marginación se han destacado como los principales factores de riesgo, junto con el trauma infantil, que contribuyen a la disociación en adolescentes y adultos jóvenes, según revela un nuevo estudio. Los hallazgos desafían las percepciones tradicionales de la disociación y resaltan las presiones que sufren los jóvenes.
La investigación dirigida por la Universidad de Birmingham analizó
datos de 2.384 jóvenes (de entre 16 y 25 años) en el Reino Unido para
comprender mejor qué factores ponen a algunos jóvenes en mayor riesgo de
experimentar niveles clínicos de disociación que otros.
Mediante el aprendizaje automático, el equipo identificó
patrones y grupos de alto riesgo dentro de los datos que condujeron a cuatro
factores de riesgo clave que fueron los más predictivos de los niveles clínicos
de disociación. El estrés cotidiano fue el más significativo, seguido del trauma
infantil, la soledad y la marginación.
Este estudio podría ser un indicador de los desafíos
cotidianos que enfrentan los jóvenes de hoy, la disociación se ha descartado
tradicionalmente y se consideraba como simplemente otro síntoma de trauma.
Estos datos demuestran que la disociación y sus desencadenantes son complejos y
están vinculados no solo al trauma, sino también a las experiencias que los
jóvenes tienen de sí mismos y a la forma en que el mundo los trata.
También demostraron que los distintos grupos de edad tenían
distintos riesgos. Los participantes más jóvenes, de 16 a 20 años, se vieron
más afectados por la disociación si también tenían una autoimagen negativa y
depresión, mientras que los de 21 a 25 años tuvieron más dificultades si
también tenían ansiedad y dificultad para controlar las emociones.
Esto sugiere que muchos jóvenes que experimentan niveles
significativos de disociación también viven con múltiples formas de estrés que
interactúan entre sí. Es posible que estén sobreviviendo al impacto del trauma,
tratando de encontrar aceptación entre sus compañeros o incluso en la sociedad
en general, aprendiendo a comprenderse a sí mismos y sus propios mundos
internos, y lidiando con mucho estrés en su vida diaria además de todo eso.
Estos datos respaldan que la disociación generalmente ocurre cuando han alcanzado
la capacidad total para el estrés.
Actualmente, la disociación está muy poco reconocida en el
NHS, pero merece ser un tema central en el trabajo de salud mental. Los
conocimientos aportados por esta investigación podrían respaldar los esfuerzos
de divulgación ayudando a identificar a los jóvenes que corren un mayor riesgo
de experimentar disociación. Tambien podrían utilizarse para garantizar que los
profesionales de la salud pregunten de forma proactiva sobre la disociación
cuando se encuentran con un joven que coincide con el perfil de riesgo, lo que
conduce a una mejor evaluación, prevención y apoyo para los afectados.
La investigación fue publicada en la revista Early
Intervention in Psychiatry
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