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14 enero 2025

La salud cardiovascular está vinculada a la estructura cerebral


Una peor salud cardiovascular en la infancia y la adolescencia puede estar relacionada con diferencias tempranas en la estructura cerebral, particularmente en áreas del cerebro que se sabe que se ven afectadas por la demencia en etapas posteriores de la vida. Se sabe que la obesidad, la hipertensión y la inactividad física son factores de riesgo cardiovascular y de demencia en la mediana edad, pero hasta ahora se sabe poco sobre estos vínculos entre la salud del corazón y el cerebro mucho antes.

Investigadores del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, en colaboración con el University College de Londres, analizaron datos de más de 860 niños y jóvenes de entre 7 y 17 años, incluidos escáneres cerebrales, niveles de actividad física, presión arterial e índice de masa corporal (IMC).

Encontraron un vínculo entre un mayor IMC, una presión arterial más alta y una menor actividad física en la adolescencia y la posterior estructura cerebral en la adultez temprana, un período en el que el cuerpo experimenta cambios significativos. Los vínculos fueron particularmente evidentes en las regiones del cerebro que se sabe que se ven afectadas por la demencia en la vejez, lo que sugiere que los cambios en el estilo de vida a temprana edad pueden preparar el terreno para un deterioro posterior de la salud cerebral.

Los científicos descubrieron que estos hallazgos se dieron predominantemente en áreas del cerebro que se sabe que están involucradas en el pensamiento y la memoria. Ya se han demostrado vínculos similares entre la salud cardíaca y la salud cerebral en pacientes mayores con dificultades de memoria y demencia.

Los hallazgos sugieren que deberíamos empezar a pensar en abordar los factores de riesgo modificables del estilo de vida, como la obesidad y el ejercicio, décadas antes de lo que sugieren los modelos actuales de esperanza de vida de la demencia. Los primeros años de la adolescencia merecen una mayor consideración en el contexto de la prevención de la demencia. Hasta un 45% de los casos de demencia se pueden prevenir evitando factores de riesgo sobre los que podemos influir, como la inactividad física y el tabaquismo. Son hábitos que algunas personas adquieren en etapas tempranas de su vida, sin saber las posibles consecuencias a largo plazo para su salud cerebral.

Este estudio fue, publicado en la revista eBioMedicine.

 

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