Con cada bocado de comida que ingerimos, nuestro sistema inmunológico intestinal debe tomar una decisión importante. Estas células, sumamente sensibles y encargadas de defendernos de los patógenos externos, de alguna manera distinguen entre amigos y enemigos, destruyendo a los invasores y tolerando al mismo tiempo los alimentos y las bacterias beneficiosas. La forma en que el intestino separa lo bueno de lo malo ha desconcertado a los científicos durante mucho tiempo.
Una nueva investigación identifico tipos específicos de
células intestinales que se comunican con las células T (incitándolas a
tolerar, atacar o simplemente ignorar) y explica cómo se desencadenan estas
respuestas opuestas. El sistema inmunológico intestinal es una maquinaria
compleja. La tolerancia a los alimentos comienza con las células presentadoras
de antígenos, o CPA, que dan instrucciones a las células T para que se retiren.
Esta señal da lugar a las pTregs, un tipo especial de célula T que calma la
respuesta inmunitaria a las partículas de alimentos y pone en marcha una
cascada de actividad que implica a otras células inmunitarias que refuerzan el
mensaje. Pero sin saber qué CPA específicas dirigen el programa, es difícil
desentrañar los entresijos de la eventual tolerancia del cuerpo a los alimentos
y la intolerancia a los patógenos.
Los avances tecnológicos le permitieron comprender la
dinámica de las células inmunes que no habría sido posible utilizando las
herramientas existentes. Utilizando LIPSTIC para la tarea lograron identificar
las células APC que promueven la tolerancia, un proceso que se lleva a cabo principalmente
por dos tipos: cDC1 y Rorγt+ APC. Estas células capturan antígenos dietéticos
de los alimentos ingeridos y los presentan a las células T, lo que da lugar a
las pTregs que garantizan la tolerancia a los alimentos.
También descubrieron cómo las infecciones intestinales
pueden causar interferencias, demostrando en ratones que el gusano parásito
Strongyloides venezuelensis altera el equilibrio de las APC que promueven la
tolerancia a favor de las que promueven la inflamación. De hecho, los ratones
infectados con este gusano durante una primera exposición a una proteína
dietética muestran una tolerancia reducida a esta proteína y signos de alergia
cuando se los expone a ella.
El equipo caracterizó las señales moleculares que sustentan
estos cambios inmunitarios, identificando citocinas y vías clave que influyen
en la forma en que las células APC presentan antígenos y modulan las respuestas
inmunitarias. Por ejemplo, la infección indujo un aumento de las citocinas
proinflamatorias, como IL-6 e IL-12, que han demostrado que impulsan la
actividad de las células APC hacia resultados inflamatorios. Este entorno inflamatorio
parece anular los mecanismos de tolerancia del sistema inmunitario.
En conjunto, los hallazgos arrojan luz sobre cómo el sistema
inmunológico mantiene la tolerancia a los alimentos y, en el caso de las
infecciones parasitarias, resaltan los mecanismos inmunológicos específicos que
pueden fallar. Si bien estos hallazgos no son directamente relevantes para las
alergias alimentarias, sí sientan las bases para una mayor investigación sobre
la intolerancia alimentaria.
El estudio fue publicado en la revista Science
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