Un equipo de la Universidad de Ginebra y de los Hospitales Universitarios de Ginebra en colaboración con investigadores de la Charité de Berlín, apreciaron que los cerebros de las personas que padecen esquizofrenia son incapaces de discriminar entre diferentes niveles de recompensa de una forma suficientemente sutil, lo que dificulta su motivación para emprender tareas cotidianas.
Cuando hablamos de esquizofrenia, lo primero que pensamos son síntomas alucinatorios o delirantes, como ideas de persecución. Sin embargo, menos visibles son la apatía y la falta de motivación, que son igualmente molestas en la vida cotidiana. Mediante resonancia magnética, los científicos intentaron determinar si las personas con esquizofrenia muestran respuestas neuronales distintas a las de quienes no padecen un trastorno mental y si estas respuestas se correlacionan con las observaciones clínicas.
Los científicos reclutaron a 152 voluntarios (86 personas con esquizofrenia y 66 sanas de edad y sexo similares) para que jugaran a un juego de recompensa en un escáner de resonancia magnética con el fin de observar la activación de sus regiones cerebrales. El experimento se desarrolló en tres etapas: una evaluación de la motivación en diferentes contextos, una sesión inicial de juego y, tres meses después, una segunda sesión idéntica a la primera para medir la estabilidad de la respuesta cerebral a lo largo del tiempo.
Durante la primera sesión, los individuos con esquizofrenia mostraron niveles de activación más bajos en comparación con los controles, sobre todo cuando la recompensa era baja, como si sus cerebros tuvieran dificultades para activarse. Por otro lado, durante la segunda sesión, muchos de ellos vieron aumentar considerablemente su actividad cerebral, incluso más que el grupo de control que mantuvo el mismo nivel de activación.
A pesar de las apariencias, estos resultados no son contradictorios. En realidad, indican que en las personas con esquizofrenia la respuesta neuronal no es capaz de adaptarse al contexto de recompensa. Se produce una hipoactivación o una saturación, lo que indica un fallo en la regulación de esta estructura cerebral. En ambos casos, la persona no puede evaluar correctamente la recompensa para adaptar su comportamiento. El resultado es una incapacidad para responder a las pequeñas gratificaciones cotidianas, como una comida con amigos o un paseo agradable, típicas de la conducta apática.
Estos resultados abren una serie de vías terapéuticas que apuntarían precisamente a este defecto de activación neuronal. Por ejemplo, una psicoterapia dirigida a la percepción de la recompensa y el placer para reforzar la motivación para participar en conductas sociales, o el uso de la estimulación cerebral no invasiva, una técnica que ya se utiliza para tratar la depresión
Los resultados de la evaluación fueron publicados en la revista Brain.
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