Usando un tipo especial de resonancia magnética, han descubierto cambios cerebrales en pacientes hasta seis meses después de que se recuperaron del COVID-19.
Los síntomas neurológicos asociados con una COVID prolongada incluyen dificultad para pensar o concentrarse, dolor de cabeza, problemas para dormir, aturdimiento, sensación de hormigueo, cambios en el olfato o el gusto, depresión o ansiedad. Sin embargo, los estudios han encontrado que el COVID-19 puede estar asociado con cambios en el corazón, los pulmones u otros órganos, incluso en pacientes asintomáticos.
Para este estudio, los investigadores del Instituto Indio de Tecnología en Delhi utilizaron imágenes ponderadas por susceptibilidad para analizar los efectos que tiene COVID-19 en el cerebro. La susceptibilidad magnética denota cuánto ciertos materiales, como la sangre, el hierro y el calcio, se magnetizarán en un campo magnético aplicado. Esta capacidad ayuda en la detección y el seguimiento de una gran cantidad de afecciones neurológicas, incluidas microhemorragias, malformaciones vasculares, tumores cerebrales y accidentes cerebrovasculares.
Los investigadores analizaron los datos de imágenes ponderados por susceptibilidad de 46 pacientes recuperados de COVID y 30 controles sanos. Las imágenes se realizaron dentro de los seis meses posteriores a la recuperación. Entre los pacientes con COVID prolongado, los síntomas más comunes fueron fatiga, dificultad para dormir, falta de atención y problemas de memoria.
Los resultados de la resonancia magnética mostraron que los pacientes que se recuperaron de COVID-19 tenían valores de susceptibilidad significativamente más altos en el lóbulo frontal y el tronco encefálico en comparación con los controles sanos. Los clusters obtenidos en el lóbulo frontal muestran principalmente diferencias en la sustancia blanca.
Porciones de la circunvolución frontal orbital inferior izquierda (una región clave para la comprensión y producción del lenguaje) y la circunvolución frontal orbital inferior derecha (asociada con varias funciones cognitivas, incluida la atención, la inhibición motora y la imaginación, así como los procesos cognitivos sociales) y las adyacentes áreas de materia blanca formaron los grupos de lóbulos frontales .
Los investigadores también encontraron una diferencia significativa en la región del diencéfalo ventral derecho del tronco encefálico. Esta región está asociada con muchas funciones corporales cruciales, incluida la coordinación con el sistema endocrino para liberar hormonas, transmitir señales sensoriales y motoras a la corteza cerebral y regular los ritmos circadianos (el ciclo de sueño y vigilia).
Los investigadores están realizando un estudio longitudinal en la misma cohorte de pacientes para determinar si estas anomalías cerebrales persisten durante un período de tiempo más largo.
Este estudio se presentará la próxima semana en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA).
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