La adicción a la comida está relacionada con la ingesta descontrolada asociada a la obesidad y los trastornos alimentarios. Es un trastorno cerebral complejo, crónico y multifactorial que resulta de la interacción de múltiples genes y factores ambientales . Su prevalencia está aumentando a nivel mundial y no existen tratamientos efectivos.
El grupo de investigación Neurofarmacología-Neurophar de la Universidad Pompeu Fabra, adscrito al Instituto Hospital de la Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), identifico los mecanismos neurobiológicos que permiten el desarrollo del comportamiento de adicción a la comida . En concreto, identificaron la implicación de determinadas áreas corticales del cerebro en la pérdida de control de la ingesta de alimentos.
Los científicos seleccionaron poblaciones extremas de roedores adictos y no adictos a la comida. En concreto, buscaron marcadores epigenéticos en áreas de la corteza cerebral relacionadas con esta adicción. Entre los diferentes mecanismos epigenéticos que existen, en este caso se centraron en los microARN; pequeñas moléculas de ARN que regulan la expresión génica de manera compleja y dinámica.
También examinaron los microARN circulantes en voluntarios sanos y le dieron un cuestionario que constituye un instrumento para medir el grado de adicción a la comida. El hallazgo más fascinante fue que los mismos microARN que estaban afectados en el cerebro del ratón también estaban alterados en el plasma de las personas. Curiosamente, los mismos microARN se asociaron con el grado de adicción a la comida cuantificado mediante este cuestionario.
Los principales microARN identificados están implicados en procesos relevantes a la adicción a la comida, como la digestión de lípidos y carbohidratos, cambios morfológicos en el cerebro, resistencia a la insulina o incluso adicción a ciertas sustancias, como las metanfetaminas.
Dentro de esta enfermedad multifactorial con múltiples expresiones, han identificado dos componentes principales de alteración de la conducta: alta motivación para obtener alimento y búsqueda compulsiva, a pesar de los efectos negativos de dicha conducta. El papel de la epigenética en la vulnerabilidad a la adicción a la comida abre la puerta a la identificación de biomarcadores para el diagnóstico precoz de la enfermedad y la búsqueda de futuras terapias modificando la expresión de los miARN.
El artículo fue publicado en Journal of Clinical Investigation.
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