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03 marzo 2022

Enfoques potenciales para modificar el microbioma vaginal


El tracto genital femenino está naturalmente colonizado por comunidades mixtas de bacterias, conocidas como microbioma vaginal. Cuando estas comunidades están dominadas por especies como Lactobacillus crispatus, cumplen funciones protectoras importantes en la salud genital. Pero el crecimiento excesivo de otras especies bacterianas está relacionado con una condición conocida como vaginosis bacteriana (BV) que conlleva un mayor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, VIH y, en mujeres embarazadas, parto prematuro. Desafortunadamente, los tratamientos actuales basados ​​en antibióticos para la VB son poco efectivos con altas tasas de recurrencia.

Una de las razones de la recurrencia de la VB puede ser que el tratamiento a menudo hace que el microbioma sea dominado por una especie llamada Lactobacillus iners en lugar de L. crispatus. En un artículo publicado esta semana en Nature Microbiology, investigadores del Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts (MGH), el Instituto Tecnológico de Massachursetts (MIT) y Harvard y sus colegas muestran que L. iners tiene requisitos nutricionales únicos que lo distinguen de L. crispatus , lo que podría permitir que sea un objetivo mediante estrategias terapéuticas novedosas.

Cuando los investigadores analizaron una nueva colección de más de 1200 genomas vaginales de Lactobacillus de más de 300 mujeres en cuatro continentes, encontraron que ninguna de las especies podía producir su propia cisteína. Este hallazgo se confirmó en experimentos realizados en el Departamento de Química y Biología Química de Harvard. Por lo tanto, el equipo planteó la hipótesis de que todas las especies vaginales de Lactobacillus requieren fuentes externas de cisteína. Midieron las concentraciones de cisteína en muestras de fluidos vaginales de mujeres sudafricanas con altas tasas de VB y encontraron que los niveles más altos de cisteína vaginal estaban relacionados con microbiomas dominantes de Lactobacillus, mientras que la VB estaba asociada con niveles bajos de cisteína.

El equipo probó los efectos de los compuestos que inhiben la absorción de cistina y descubrió que los inhibidores de la absorción de cistina bloqueaban selectivamente el crecimiento de L. iners en el laboratorio, pero no de otras especies de Lactobacillus.

Los investigadores creen que estos resultados sugieren un camino hacia mejores terapias sin embargo todavía no está claro cómo L. iners absorbe la cisteína de su entorno, y es posible que sea necesario desarrollar versiones más potentes de los inhibidores antes de que la estrategia pueda usarse para tratar a los pacientes. 

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