El olfato tiene el poder de transportarnos a través del tiempo y el espacio nos puede llevar de vuelta a la casa de la infancia o el sol ardiente de una costa lejana. Esta asociación entre olores y lugares parece ser un aspecto profundamente arraigado de la cognición humana. Pero, ¿cómo están vinculados los dos en el cerebro?
Un estudio del Centro Champalimaud para lo Desconocido en Portugal, publicado hoy en la revista científica Nature presenta una posible explicación.
Los investigadores se centraron en la corteza olfativa primaria. Las neuronas del hipocampo son famosas por funcionar como células de lugar. Esto se debe a que cada celda se activa en una ubicación específica dentro de un entorno. Juntas, estas neuronas codifican toda el área, creando efectivamente un mapa neuronal del espacio. Las células del lugar del hipocampo, son tan confiables que los científicos pueden saber dónde está un animal simplemente observando su actividad.
Para probar esta idea, los investigadores desarrollaron un rompecabezas hecho a medida para ratas, que son muy expertas en el olfato. Las ratas tomaron muestras de olores en los cuatro extremos de un laberinto. Luego, dependiendo del olor, tenían que averiguar dónde estaba escondida la recompensa.
Mientras los animales resolvían el rompecabezas, los investigadores monitorearon la actividad de las neuronas en una parte de la corteza olfatoria primaria llamada corteza piriforme posterior. Al registrar las señales eléctricas emitidas por cientos de neuronas individuales en esta área del cerebro, pudimos decodificar qué era lo que les importaba a neuronas específicas. Por ejemplo, si se activaban cuando el animal olía un olor específico, o cuando estaba en un cierta ubicación en el laberinto.
Los investigadores descubrieron una gran población de neuronas que, de manera similar a las células de lugar del hipocampo, se activaron en un lugar específico del laberinto. Curiosamente, el mapa no cubría todo el entorno por igual. En cambio, se restringió en gran medida a los puntos del laberinto de importancia conductual: donde los animales experimentaban los olores y recibían recompensas.
Es así como llegamos a formar recuerdos que vinculan ciertos olores con lugares específicos ya que algunas neuronas respondían al olfato, otras a la ubicación y otras a ambos tipos de información en diversos grados. Todas estas neuronas diferentes están mezcladas y probablemente interconectadas. Por lo tanto, la activación del espacio olfativo y las asociaciones pueden suceder a través de la actividad dentro de esta red .
Este estudio también abre una nueva ventana para comprender cómo se utilizan los sentidos para la navegación y la memoria. Los seres humanos dependen más de los puntos de referencia visuales que de los olores, pero es probable que los principios de cómo recordamos dónde hemos estado y cómo llegamos a donde vamos sean muy similares.
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