
Investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago hallaron que estas partículas diminutas, que miden menos de la décima parte del diámetro de un pelo humano y son demasiado pequeñas para ser filtradas por la nariz o la boca, causaron hipercoagulación en la sangre de animales.
Estas partículas producen inflamación en los pulmones, los que a su vez secretan una sustancia llamada interleucina-6 que estimula la formación de coágulos. Esto resulta en un mayor riesgo de ataque cardiaco o accidente cerebrovascular en personas con enfermedad cardiaca y un historial previo de accidente cerebrovascular.
Aunque estudios epidemiológicos previos habían identificado una relación entre la contaminación atmosférica y la enfermedad cardiovascular y muerte, éste es el primero en demostrar cómo la contaminación puede causar, de hecho, ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares, de acuerdo con los investigadores.
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