En la diabetes tipo 2, la
comunicación entre el intestino y el cerebro parece romperse. Como resultado,
después de una comida, el cerebro no envía señales al hígado, los músculos y el
tejido graso que les indica que absorban más glucosa del torrente sanguíneo.
Esto, a su vez, conduce a la resistencia a la insulina. Normalmente, el
duodeno, la primera parte del intestino delgado, envía señales al cerebro, lo
que implica una relajación de los músculos lisos de su revestimiento. En las
personas con diabetes tipo 2, sin embargo, estos músculos están contraídos
permanentemente o son hipercontráctiles, por lo que la señal nunca se envía.
Los investigadores creen que las
bacterias intestinales amigables son la clave para revertir la
hipercontractilidad y restaurar el metabolismo saludable de la glucosa. Los
nutrientes que alimentan a las bacterias beneficiosas se denominan prebióticos.
En particular, se sabe que los carbohidratos llamados fructooligosacáridos
(FOS) promueven el crecimiento de bacterias que mejoran el metabolismo de la
glucosa mediante la producción de varios lípidos, sin embargo, la identidad de
estos lípidos ha permanecido desconocida hasta ahora.
Para obtener más información, los
investigadores alimentaron a los ratones con una dieta especial complementada
con FOS. Luego, compararon el contenido de sus dos puntos con el de los ratones
que no recibieron FOS suplementario. El equipo descubrió que el único lípido
con niveles significativamente aumentados en el colon de los ratones FOS era un
lípido llamado 12-HETE. Cuando alimentaron con 12-HETE a ratones diabéticos, el
lípido no solo redujo la hipercontracción duodenal sino que también mejoró los
niveles de glucosa en sangre de los ratones. Para explorar si estos resultados
se aplicaban a los seres humanos, los científicos analizaron biopsias de
duodeno de personas con diabetes tipo 2 que habían recibido tratamientos
antidiabéticos y de voluntarios sanos que no.
Descubrieron que había un 38%
menos de 12-HETE en el duodeno de las personas con diabetes, en comparación con
los voluntarios sanos. Los investigadores reconocen que este hallazgo no fue
estadísticamente significativo, pero también señalan el pequeño número de
voluntarios en su estudio.
Finalmente, demostraron que el 12-HETE reduce la contracción muscular en el duodeno al aumentar la señal de un receptor nervioso llamado receptor opioide mu. Esto restauró la comunicación entre el intestino y el cerebro. Este estudio es uno de los últimos en revelar relaciones íntimas entre las bacterias en el intestino humano, conocidas colectivamente como microbiota , y nuestra salud. Los científicos son optimistas de que su trabajo inspirará nuevos tratamientos, que podrían impulsar la producción de 12-HETE en el intestino o implicar tomar el lípido por vía oral, como suplemento.
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