
La ausencia de este gen, esencial en la repuesta a las mutaciones de las proteínas de ADN, provoca la ralentización de la división celular, lo que acelera la aparición de canas, la caída del pelo y los primeros síntomas de la osteoporosis. Eric J. Brown, coordinador de la investigación, ha comentado que “las células de sin ATR estudiadas presentaban una cantidad muy elevada de ADN dañado que no se renovaba, evitando así la reconstrucción de los tejidos y su degradación”.Tras este hallazgo, el siguiente reto, es descubrir los componentes que conservan las células madre y evitar, como resultado, el envejecimiento.
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