
El equipo ha conseguido paliar las deficiencias cognitivas en los animales mediante la administración sistémica de dicho factor de crecimiento. Los propios investigadores han explicado el experimento: “Situamos a los ratones en un laberinto con pistas que memorizaban para encontrar la salida. Los animales adultos con déficit de IGF-1 tenían mayores dificultades a la hora de aprender las claves para salir”.
Los científicos del CSIC que han analizado el IGF-1, y respaldan las terapias basadas en esta proteína para paliar o prevenir los síntomas de declive neurológico asociados a la edad.
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