Knopman y sus colegas examinaron una base de datos de 481 hombres y mujeres de Rochester, Minnesota, a los que se les diagnosticó demencia entre 1990 y 1994. Luego, los investigadores analizaron los expedientes médicos de décadas anteriores para comprobar el peso de los participantes del estudio. También revisaron los expedientes de un grupo similar de personas que no habían desarrollado demencia.
Los investigadores hallaron que el peso de los hombres no tenía nada que ver con la probabilidad de desarrollar demencia. Para las mujeres, perder peso entre 21 y 30 años antes del diagnóstico de demencia era irrelevante, pero las que habían perdido peso más recientemente tenían una mayor probabilidad de desarrollar problemas cognitivos.
"Como grupo, las mujeres predestinadas para ser dementes adelgazaban y pesaban menos que las que no estaban destinadas a la demencia", dijo Knopman. "Sólo era una cuestión de algunos kilos, pero, en promedio, pesaban un poco menos"
Para cuando a las mujeres se les diagnosticaba demencia pesaban en promedio 12 libras (5.4 kilos) menos que las mujeres que no desarrollaron problemas cognitivos.
Esa conexión entre la pérdida de peso y la demencia es algo nuevo. De acuerdo con Knopman, otros investigadores han encontrado evidencia de ello en los últimos 5 ó 10 años. Sin embargo, el nuevo estudio es inusual porque encontró una pérdida de peso muchos años antes del diagnóstico de la demencia.
Nadie sabe por qué las mujeres que desarrollan demencia pierden peso años antes y los hombres no. La hipótesis de Knopman es que podría deberse a una combinación de factores sociales y biológicos.
Es posible que las mujeres mayores suelan comer menos en general, pues muchas viven solas por viudez, y esa aproximación inminente de la demencia puede causar una merma en el sentido del gusto y del olfato, lo que hace que la comida sea menos atractiva.
Otra teoría es que la demencia en sus etapas iniciales afecta la forma en la que el cuerpo procesa el azúcar en sangre, dijo el Dr. Lon Schneider, profesor de psiquiatría, neurología y gerontología de la Universidad del Sureste de California.
Schneider se mostró renuente a especular por qué las mujeres y los hombres resultan afectados de forma diferente. Sin embargo, señaló que los hallazgos podrían conducir con el tiempo al diagnostico precoz de la demencia.
De acuerdo con Schneider, las señales prematuras de problemas cognitivos aparecen tres años antes de la manifestación integral de la demencia.
Los investigadores hallaron que el peso de los hombres no tenía nada que ver con la probabilidad de desarrollar demencia. Para las mujeres, perder peso entre 21 y 30 años antes del diagnóstico de demencia era irrelevante, pero las que habían perdido peso más recientemente tenían una mayor probabilidad de desarrollar problemas cognitivos.
"Como grupo, las mujeres predestinadas para ser dementes adelgazaban y pesaban menos que las que no estaban destinadas a la demencia", dijo Knopman. "Sólo era una cuestión de algunos kilos, pero, en promedio, pesaban un poco menos"
Para cuando a las mujeres se les diagnosticaba demencia pesaban en promedio 12 libras (5.4 kilos) menos que las mujeres que no desarrollaron problemas cognitivos.
Esa conexión entre la pérdida de peso y la demencia es algo nuevo. De acuerdo con Knopman, otros investigadores han encontrado evidencia de ello en los últimos 5 ó 10 años. Sin embargo, el nuevo estudio es inusual porque encontró una pérdida de peso muchos años antes del diagnóstico de la demencia.
Nadie sabe por qué las mujeres que desarrollan demencia pierden peso años antes y los hombres no. La hipótesis de Knopman es que podría deberse a una combinación de factores sociales y biológicos.
Es posible que las mujeres mayores suelan comer menos en general, pues muchas viven solas por viudez, y esa aproximación inminente de la demencia puede causar una merma en el sentido del gusto y del olfato, lo que hace que la comida sea menos atractiva.
Otra teoría es que la demencia en sus etapas iniciales afecta la forma en la que el cuerpo procesa el azúcar en sangre, dijo el Dr. Lon Schneider, profesor de psiquiatría, neurología y gerontología de la Universidad del Sureste de California.
Schneider se mostró renuente a especular por qué las mujeres y los hombres resultan afectados de forma diferente. Sin embargo, señaló que los hallazgos podrían conducir con el tiempo al diagnostico precoz de la demencia.
De acuerdo con Schneider, las señales prematuras de problemas cognitivos aparecen tres años antes de la manifestación integral de la demencia.
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