La Universidad de Harvard (EEUU) analizó los hábitos de 6.000 personas que habían participado anteriormente en un estudio para evaluar la salud de su corazón.
Entre otras variables, se midieron las costumbres alimenticias de los individuos, la cantidad de ejercicio que practicaba cada uno, sus niveles de tensión arterial o si eran o no fumadores. Más de un tercio de ellos reconoció que tomaba al menos un refresco al día.
Varias investigaciones anteriores habían remarcado que un consumo elevado de refrescos era perjudicial por el incremento en la ingesta de calorías que conlleva. Sin embargo, los resultados de esta investigación sugieren que ésta podría no ser la única explicación ya que, de lo contrario, los refrescos 'light' no se hubieran asociado con un aumento del riesgo metabólico.
Otra de las posibles razones podría radicar en que, en muchas ocasiones, el consumo de muchos refrescos se acompaña de malos hábitos alimenticios. Y, aunque los investigadores tuvieron en cuenta el consumo de ciertas grasas, productos ricos en calorías y práctica de ejercicio, también reconocen que quizás "otros hábitos de vida o alimentarios que podrían contribuir al aumento de los riesgos metabólicos no hayan sido valorados en el estudio".
Entre otras variables, se midieron las costumbres alimenticias de los individuos, la cantidad de ejercicio que practicaba cada uno, sus niveles de tensión arterial o si eran o no fumadores. Más de un tercio de ellos reconoció que tomaba al menos un refresco al día.
Varias investigaciones anteriores habían remarcado que un consumo elevado de refrescos era perjudicial por el incremento en la ingesta de calorías que conlleva. Sin embargo, los resultados de esta investigación sugieren que ésta podría no ser la única explicación ya que, de lo contrario, los refrescos 'light' no se hubieran asociado con un aumento del riesgo metabólico.
Otra de las posibles razones podría radicar en que, en muchas ocasiones, el consumo de muchos refrescos se acompaña de malos hábitos alimenticios. Y, aunque los investigadores tuvieron en cuenta el consumo de ciertas grasas, productos ricos en calorías y práctica de ejercicio, también reconocen que quizás "otros hábitos de vida o alimentarios que podrían contribuir al aumento de los riesgos metabólicos no hayan sido valorados en el estudio".
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