Durante años, la forma principal de tratar el hígado graso no alcohólico (NAFLD) ha sido el uso de programas de dieta, regímenes de ejercicio, medicamentos de beneficio limitado, cirugía bariátrica y más. Pero una vez que las personas desarrollan NAFLD progresiva, simplemente perder peso no es suficiente. Después de años de estudiar los numerosos mecanismos relacionados con la obesidad un equipo de científicos del Cincinnati Children's informaron hoy en la revista Cell Metabolism que han dado un importante paso adelante.
Los informes del equipo indican que la deposición excesiva de grasa en el hígado debido a la obesidad puede alterar el microambiente del hígado de una manera que atrae a una población muy específica de celulas T inmunes. Estas células inflamatorias hepáticas CXCR3 + Th17 o células "ihTh17" continúan desencadenando un exceso de inflamación y daño hepático potencialmente mortal.
Al realizar una serie de experimentos con tejidos y células humanas y múltiples líneas de ratones modificados genéticamente, el equipo descubrió que la obesidad en sí misma desencadena una actividad a lo largo de una vía molecular que comienza con una expresión excesiva de los genes CXCL10 y CXCR3. Esta actividad anormal atrae cada vez más células ihTh17 al hígado. La consecuencia es un circuito de retroalimentación inflamatoria que recluta células inmunes adicionales y daña progresivamente la función hepática.
Después de rastrear la vía de reclutamiento del hígado de las células ihTh17, el equipo se propuso encontrar una manera de romper este ciclo nocivo de la inflamación. Encontraron éxito con ratones criados sin expresión del gen Pkm2 en sus células T, que parece ser crucial para la actividad continua a lo largo de la vía CXCR3.
Cuando estos ratones modificados recibieron dietas inductoras de obesidad, aún engordaban. Pero sufrieron notablemente menos daño hepático que los ratones no modificados. Luego, los investigadores probaron tejidos humanos recolectados de personas con NAFLD y confirmaron que muchos de los genes clave y las actividades moleculares que ocurren en los ratones también podrían detectarse en las células del hígado humano.
Estos resultados demuestran por primera vez que las células ihTh17 representan un componente importante del complejo mundo de la patogénesis del NAFLD. Aprender más sobre cómo regular la función de las células ihTh17 y su interacción con las células del hígado y el sistema inmunológico podría conducir a nuevas terapias para reducir el daño causado por NAFLD. No es probable que la edición de genes humanos sea una opción aceptable para esta afección en el corto plazo. Sin embargo, se sabe que algunos medicamentos son capaces de bloquear la actividad de Pkm2, pero requieren una evaluación de laboratorio más profunda. En última instancia, un compuesto prometedor también debería probarse en ensayos clínicos de varios años. Pero ahora, por primera vez en años, el equipo tiene una ventaja prometedora que explorar.
Si logramos modular las respuestas inflamatorias no deseadas asociadas con NAFLD de una manera específica, es posible que podamos mejorar el daño hepático y mejorar la supervivencia y la salud de las personas con NAFLD.
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