Todos anhelamos un cierre de una ruptura amorosa, una pérdida de un trabajo o la muerte de un ser querido y esto puede desesperarnos buscando respuestas. Las guerras, los desastres naturales y las tragedias compartidas despiertan el mismo anhelo. Nuestra necesidad de cierre es tan profunda que se refleja en todas partes: en películas, novelas, canciones sobre el desamor y la pérdida, incluso en frases cotidianas como "seguir adelante" o "superar" algo.
Sin embargo, cerrar un ciclo es más fácil de decir que de hacer. A veces nunca llega del todo. Cuando no se hace, los asuntos pendientes pueden pesarnos, afectando nuestro estado de ánimo, nuestra salud, nuestra identidad y nuestras relaciones. En un mundo de creciente incertidumbre, aprender a lidiar con lo que está "abierto" o sin resolver es esencial.
El cierre es la sensación de resolución que se siente cuando una experiencia dolorosa o confusa se resuelve lo suficiente como para no exigir ya energía mental y emocional constante. Es la sensación de que un acontecimiento se comprende, se resuelve y deja de ser molesto. Sin ella, los viejos recuerdos se entrometen como invitados inesperados, resurgiendo con arrepentimiento, ira o confusión, incluso años después.
Investigaciones sobre el trauma muestra que los recuerdos no resueltos pueden sentirse como si estuvieran ocurriendo ahora mismo hasta que se replantean como parte de un pasado lejano. Las heridas cotidianas funcionan de la misma manera.
La resolución libera la mente para centrarse en lo que importa ahora: nuestras metas , nuestras necesidades emocionales y las personas que nos rodean , con calma y claridad. Por eso, muchas personas recurren a recursos de autoayuda y otras herramientas para comprendet, encontrar la paz o cerrar puertas abiertas de sus vidas.
A pesar de ser tan común, el cierre ha sido difícil de estudiar porque ha sido difícil de medir, existe una escala de Cierre y Resolución que captura múltiples facetas de la resolución (finalidad, comprensión, distancia, alivio emocional, liberación mental e incluso cambios de comportamiento) y ofrece una imagen integral de cómo se ve y se siente el cierre para las personas.
Los médicos e investigadores podemos utilizarla para seguir el progreso, probar intervenciones e identificar qué ayuda o dificulta la resolución. Las creencias sobre la búsqueda de cierre son tan ricas y matizadas como el ser humano mismo.
Algunos lo ven como algo autodirigido, otros como dependiente de alguien más, como una resolución activa de problemas, otros como una aceptación silenciosa. Algunos se apoyan en el cambio interno, otros en la acción externa. Estas teorías personales determinan cómo buscamos o evitamos el cierre en nuestras propias vidas.
¿Por qué a menudo parece inalcanzable cerrar un capítulo? Las investigaciones sugieren varias razones: Ambigüedad: Cuando las historias parecen inconclusas , como cuando nos ignoran, la mente se esfuerza por llenar los espacios en blanco. Anhelamos explicaciones coherentes, pero la vida no siempre las proporciona.
Evitación: El dolor duele. Los recuerdos pueden despertar culpa, vergüenza, miedo o pena, y nuestra inclinación natural es alejarlos. Evitar ofrece alivio a corto plazo, pero retrasa la sanación real. Lo que resistimos persiste.
Barreras: Los recuerdos abiertos suelen ser interpersonales. Quienes no logran cerrar un ciclo pueden sentir la necesidad de una disculpa, una explicación o una conversación que nunca llega. La falta de tiempo, dinero o entornos poco favorables pueden hacer que sea imposible cerrar un ciclo.
Cuando se está luchando por cerrar un ciclo hay algunas cosas que puede intentar: Hablar sobre ello. Esto puede ayudar a identificar la experiencia, analizar los pensamientos, gestionar las emociones e identificar pasos hacia una solución .
Escríbelo. La escritura expresiva y llevar un diario pueden aliviar los recuerdos intrusivos y facilitar un nuevo significado. Escribir una carta no enviada cuando no sea posible el diálogo directo.
Cambia de perspectiva. Replantea la historia desde una perspectiva externa o céntrate en el significado más amplio para ganar claridad y distancia.
Apóyate en los demás. Amigos, compañeros o personas que han pasado por lo mismo pueden ofrecerte consuelo y validación.
Replantéate el cierre. Algunos finales quedan sin resolver. Para las pérdidas ambiguas, los rituales, la búsqueda de significado y la flexibilidad pueden ayudar a vivir con la incertidumbre.
Actúa según tus valores. Cuando el cambio sea posible, toma medidas con propósito que se alineen con tus valores: conversa con ellos, establece límites y abandona las situaciones perjudiciales. Si no lo es, déjalo ir, tómalo como una lección en lugar de una carga y redirige tu energía.
Cuidado No todas las experiencias pueden cerrarse como esperamos. Algunas pérdidas son ambiguas. Algunos eventos permanecen inciertos. Y las ideas rígidas sobre cómo debería ser el cierre pueden mantenernos estancados.
Un objetivo más saludable es hacer espacio para aquello que no tiene respuesta, crear significado donde podamos y vivir nuestros valores junto a lo desconocido, liberando atención y energía, con aceptación y compasión, para lo que importa ahora. El cierre muchas veces no es posible, pero el nuevo significado y el avance siempre lo son.
El cierre no se trata de olvidar el pasado se trata de aprender a vivir con él, con o sin respuestas. Lo que sabemos hasta ahora es que el cierre es profundamente personal y afecta nuestra salud, nuestras relaciones y nuestra visión de nosotros mismos y de los demás. Si bien, la escritura, el apoyo social o las acciones basadas en valores pueden ayudar, el camino hacia la resolución rara vez es uniforme.
Al final, lo que más duele no es el evento en sí, sino el silencio y las preguntas que deja. ¿La buena noticia? El cierre no tiene por qué venir de otros. Se puede elegir el final más poderoso es el que escribimos nosotros mismos, y podemos concluir con esta frase lo que sucede siempre es lo mejor.


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