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16 febrero 2014

Químicos Toxicos inducen Trastornos Neurologicos

Un Informe de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y la Escuela de Medicina de Icahn en Monte Sinaí, ambas instituciones en Estados Unidos que se publica hoy en The Lancet Neurology describe como los productos químicos tóxicos pueden ser los desencadenantes de discapacidades del desarrollo neurológico en los niños, como autismo, trastorno de hiperactividad y déficit de atención y dislexia. El trabajo ofrece información sobre seis recién reconocidos productos toxicos: manganeso, fluoruro, clorpirifós y DDT (pesticidas), tetracloroetileno (un disolvente) y los éteres difenil polibromados (retardantes de llama). El manganeso se asocia con disminución de la función intelectual y alteración de las habilidades motoras; los disolventes están vinculados a la hiperactividad y el comportamiento agresivo y ciertos tipos de pesticidas pueden causar retrasos cognitivos. Muy pocos productos químicos han sido regulados como consecuencia de su neurotoxicidad en el desarrollo, escriben los autores del trabajo. Estos investigadores consideran crucial controlar el uso de estos productos químicos para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en todo el mundo. En concreto, proponen pruebas obligatorias de productos químicos industriales y la formación de un nuevo centro de intercambio internacional para evaluar el potencial neurotóxico para el desarrollo de los niños de los productos químicos industriales.

14 febrero 2014

Inclusiones Placentarias Predicen el Autismo

Investigadores de la Yale School of Medicine de la Universidad de Yale (EE.UU.) han publicado un estudio de cohorte sobre la presencia de pliegues irregulares en la placenta así como de un un crecimiento celular anormal provocado por una proliferación irregular de un tipo de células denominadas trofoblastos, estas alteraciones pueden ser usadas como un biomarcador para la detección temprana del autismo. Los Científicos analizaron las placentas de 217 nacimientos (117 de familias que ya tenían un hijo con autismo y 100 de familias sin antecedentes), los resultados mostraron que las placentas de las familias del grupo con antecedentes familiares de autismo presentaban un máximo de 15 inclusiones trofoblásticas, mientras que ninguna de las placentas del grupo de control tenía más de dos inclusiones trofoblásticas. Una placenta con cuatro o más inclusiones trofoblásticas predice con una probabilidad de 96,7% de estar en riesgo para autismo, y encontraron hasta 15 en las placentas de familias con riesgo de autismo.  Los resultados de este trabajo nos aportan diversos datos de interés. Por una parte un nuevo sistema de detección temprana del autismo, y por otra parte, afianza aún más el carácter prenatal del autismo, aunque quedan algunas incógnitas en el aire, como que esto sea un síntoma de una alteración fisiológica o de una predisposición genética, sobre todo debido a su asociación con otras anomalías genéticas, y es casi seguro que será desencadenado por factores medioambientales. Este es el biomarcador de mayor calidad que se ha descubierto hasta el momento, que sin ser capaz de identificar el 100% de los casos, sí presenta mucha fortaleza en los positivos.

El Clima aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular

En un estudio presentado en la «International Stroke Conference 2014» de la American Heart Association, celebrada en San Diego, Estados Unidos. Investigadores de la Universidad de Yale en New Haven Connecticut, EE. UU. encontraron que el tiempo atmosférico puede influir en la probabilidad de padecer un accidente cerebrovascular. En el estudio analizaron datos de 134 510 individuos de Estados Unidos mayores de 18 años que habían ingresado en el hospital entre 2009 y 2010 por accidente cerebrovascular isquémico. Posteriormente, compararon estos datos con los registros climáticos. El estudio mostró que grandes cambios diarios de temperatura y un punto de rocío alto se asociaban con mayores tasas de riesgo de accidente cerebrovascular. Sin embargo, no se observó ningún efecto sobre el riesgo de mortalidad. Unas temperaturas anuales bajas también aumentaron el riesgo de accidente cerebrovascular. Con cada nuevo grado Fahrenheit adicional en la temperatura media, la probabilidad de hospitalización por accidente cerebrovascular descendió un 0,86 por ciento y el riesgo de muerte un 1,1 por ciento. Los factores meteorológicos pueden ser factores estresantes que aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular. Por tanto, las personas con riesgo deberían intentar evitar cambios significativos de temperatura y niveles altos de humedad.


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