Es una situación que se repite millones de veces al día y que podría perjudicar la salud mental de los niños de 9 a 11 años cuyos padres pasan demasiado tiempo en sus teléfonos inteligentes creándoles problemas de ansiedad, déficit de atención e hiperactividad.
Un equipo de psicología en la Universidad de Calgary en Alberta, descubrió que los padres de bebés pasan un promedio de más de cinco horas en sus teléfonos inteligentes diariamente, incluyendo mirar un teléfono inteligente el 27% del tiempo que interactúan con su bebé. Otro estudio descubrió que el 68% de los padres admiten que a menudo se distraen con sus teléfonos inteligentes mientras interactúan con sus hijos.
Las investigaciones han demostrado que este tipo de "tecnoconferencia" durante la crianza de los hijos implica menos atención a los niños, menos conversación y juegos entre padres e hijos e incluso un mayor riesgo de lesiones en los niños. Durante la adolescencia, la tecnoferencia está vinculada a niveles más altos de conflicto entre padres e hijos y niveles más bajos de apoyo emocional y calidez por parte de los padres.
El grupo de Calgary analizó datos de más de mil niños canadienses de entre 9 y 11 años, proporcionados en varios momentos entre 2020 y principios de 2022. Se preguntó a los niños en qué medida estaban de acuerdo con afirmaciones como "Desearía que mis padres pasaran menos tiempo con su teléfono y otros dispositivos" o "Me frustra que mis padres estén con su teléfono u otros dispositivos cuando pasamos tiempo juntos". Los niños también fueron evaluados por diversos problemas de salud mental, como ansiedad, depresión, hiperactividad y falta de atención que se desarrollaron con el tiempo.
Según el equipo de Madigan, los niveles más altos de síntomas de ansiedad infantil se asociaron con niveles más altos de tecnoferencia parental percibida más adelante en el desarrollo.
El exceso de tiempo pasado por los padres con los teléfonos inteligentes también se asoció con niveles más altos de síntomas de falta de atención e hiperactividad más adelante en el desarrollo, dijeron los autores del estudio. La magnitud de estos efectos en los niños no pareció cambiar independientemente de que el niño fuera niña o niño.
El equipo señaló que se centraron en niños de 9 a 11 años porque este rango de edad representa un período sensible del desarrollo del cerebro y está asociado con un mayor riesgo de dificultades de salud mental. Aun así, es difícil determinar la dirección del efecto: ¿Los niños están ansiosos y se portan mejor porque sus padres están pegados a sus teléfonos inteligentes, o los padres de niños con problemas de conducta recurren a sus teléfonos inteligentes como una forma de escape?
Según los nuevos datos, parece que tener niños más ansiosos puede empujar a los padres agobiados a usar más sus teléfonos inteligentes, pero ese uso excesivo de los teléfonos inteligentes por parte de los padres podría fomentar la falta de atención y la hiperactividad en los adolescentes en desarrollo. En general, el estudio destaca las complejas relaciones entre la tecnoferencia parental y la salud mental de los adolescentes,
El equipo publicó los hallazgos hoy en la revista JAMA Network Open.
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